Riyad Mansour, embajador palestino ante la ONU: “Estamos en un camino similar al de Sudáfrica: al inicio, pocos ayudaban a acabar con el apartheid”
El diplomático visitó Colombia en el marco de la primera cumbre del Grupo de La Haya para tomar acciones que presionen a Israel a ponerle fin a la guerra en Gaza

El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansour (Ramala, 78 años), se ha convertido, sin quererlo, en una de las caras del calvario de la guerra. Durante su discurso ante el Consejo de Seguridad, a finales de mayo, el diplomático rompió a llorar cuando hablaba de la muerte de los niños en Gaza. La imagen dio la vuelta al mundo y escenificó el sufrimiento emocional de cientos de miles por la operación militar de Israel en la Franja.
“Uno no planea esos momentos. Cuando estaba hablando, estaba pensando en mis nietos. No podía soportar el dolor. Supongo que, entre más viejos, nos volvemos más emocionales”, afirma, ahora con soltura y solidez en la voz. El embajador se encuentra en Bogotá en el marco de la primera conferencia del Grupo de La Haya, un bloque de ocho países, liderados por Colombia y Sudáfrica, que buscan presionar a Israel a terminar la guerra. La cumbre fue clausurada este miércoles por el presidente colombiano, Gustavo Petro, con el anuncio de seis medidas económicas y diplomáticas con ese fin.
Pregunta. ¿Se cumplieron las expectativas que tenía de esta cumbre?
Respuesta. Sí. Ha sido muy importante que este grupo [los ocho del Grupo de La Haya y una veintena de delegaciones más] se haya reunido en Colombia, que se ha convertido en un país líder en la causa. Después de que el Tribunal Internacional de Justicia dijera que la ocupación israelí de Palestina es ilegal, ha emergido un movimiento para implementar medidas prácticas para obligar a Israel a detener esta guerra genocida en Gaza y presionarlo para que cumpla con el derecho internacional.
P. Este movimiento ha sido impulsado, sobre todo, por los países del llamado Sur Global. ¿Cómo atraer a los del norte?
R. Al principio, siempre será bajo el número de países que estén dispuestos a arriesgarse a una reacción negativa. Pero todos deben tomar medidas que hieran a Israel, aunque se expongan a la presión de aquellos poderosos que le protegen. Aunque seamos pequeños, somos valientes y nos mantenemos unidos. Estamos seguros de que estamos en un camino similar al de Sudáfrica: al inicio, pocos ayudaban a ponerle fin al apartheid, hasta que todo el mundo estaba alineado para acabar con esa política.
P. Ese proceso tomó años. ¿Cómo pedirle paciencia a los palestinos en este contexto tan violento?
R. No hay una bala de plata que uno pueda tener en el bolsillo, ponerla en la pistola, dispararla y abrir el paraíso. Ojalá. Pero nosotros estamos tomando todas las rutas que están a nuestro alcance, la diplomática siendo una de las principales, apoyada por la resistencia a la ocupación. Recibimos muchas críticas por participar en la diplomacia, pero fue gracias a ella que nos convertimos en un Estado observador de la ONU y nos pudimos unir al Tribunal Penal Internacional, y es por eso que en este momento hay una orden de arresto internacional contra [el primer ministro israelí, Benjamín] Netanyahu.
Los últimos 21 meses han sido los más dolorosos y difíciles de mi vida. Espero que el pueblo palestino no vuelva a vivir esta pesadilla nunca más
P. Estados Unidos es el mayor aliado de Israel y ha bloqueado resoluciones vinculantes en la ONU para exigir el fin de la guerra. ¿Cómo sortear ese obstáculo?
R. En ocasiones, hemos recibido el apoyo de todo el Consejo de Seguridad, excepto de Estados Unidos, que con su poder de veto le pone fin a todo. Aun así, no nos rendimos. Seguiremos acudiendo a esta instancia. Durante los últimos 21 meses hemos logrado adoptar cuatro resoluciones. Una de ellas, la 2735, es extremadamente importante porque pedía el alto al fuego en tres fases. Israel no la está cumpliendo. Así que, aunque conocemos el poder de Estados Unidos y el proteccionismo que brinda a Netanyahu, el mundo seguirá ejerciendo presión.

P. Donald Trump ha sido ambiguo frente al tema: sus planes han pasado de que Estados Unidos tome el control de Gaza a construir un resort turístico en la Franja. ¿Qué rol cumple el estadounidense?
R. Primero, uno no puede elegir que su país sea el cielo o el infierno. Tu país es tu país. Si está sufriendo, constrúyelo. Si sufre, minimiza el dolor. Si puedes convertirlo en un país glorioso, hazlo. Pero esto depende de nosotros, la gente de Palestina. Ese territorio es nuestro. Trump es un político, así que antes de ceder y proseguir con estos planes, hay que resistir y proponer alternativas para la reconstrucción de Gaza que ni él mismo pueda ignorar.
P. Usted ganó gran notoriedad cuando rompió en llanto mientras hablaba ante el Consejo de Seguridad sobre la niñez en Gaza. Esa escena apeló a los sentimientos de muchos.
R. Uno no planea esos momentos. Cuando estaba hablando, estaba pensando en mis nietos, que son muy jóvenes. No podía soportar el dolor de pensar en los niños que están siendo asesinados frente a nuestros ojos, que son bombardeados cuando están buscando un poco de agua para beber. Supongo que, entre más viejos, nos volvemos más emocionales. Desde ese momento, muchos colegas se refieren a esa imagen, lo que quiere decir que les conmovió. Y me agrada haber conseguido transmitir el dolor de nuestro pueblo en ese momento dramático.
El mejor método de evaluación para cuando acabe la guerra son las elecciones
P. ¿Cómo ha vivido este conflicto desde la distancia?
R. Los últimos 21 meses [desde que inició la guerra] han sido los más dolorosos y difíciles de mi vida. Espero que, una vez que detengamos esta guerra genocida, el pueblo palestino no vuelva a vivir esta pesadilla nunca más, especialmente nuestros niños. Estos 21 meses me han parecido más largos que 21 años. Lo ha dicho el mismo secretario general de la ONU: Gaza es el infierno en la tierra, es un cementerio de los niños y el lugar más peligroso de la tierra. Lo que queremos un entorno en el que los niños puedan jugar en las playas de Gaza, volar cometas, ir a las escuelas y soñar en grande.

P. Con todo, ¿se ha alejado la solución de los dos Estados?
R. No hay un plan B. La solución de los dos Estados es la única solución realista y posible. No podemos apostar por un Estado único y permitir la anexión de los territorios ocupados a Israel. Pero antes de pensar en eso, tenemos que ponerle fin a los asentamientos ilegales y a la ocupación. Solo en ese momento podemos entrar en una nueva etapa. Y, ¿quién sabe lo que haremos cuando tengamos el Estado libre de Palestina junto a todos los Estados de Oriente Próximo? ¿Podríamos construir algo parecido a la Unión Europea? No lo sé, no estaré aquí para verlo.
P. La Autoridad Palestina, la entidad que representa, ya no goza de la popularidad que tuvo cuando fue fundada. ¿Qué debe cambiar de cara al día después?
R. Cuando la guerra acabe, y espero que sea pronto, el pueblo palestino tiene derecho a evaluar toda la pesadilla que ha vivido estos últimos meses. Y creo que el mejor método de evaluación son las elecciones. Cuando las celebremos, los palestinos votarán por el que hizo algo bien, mientras que los que fracasen, lo harán por no haber tenido la mejor conducta.
P. Ha sido el embajador de Palestina ante la ONU durante dos décadas. ¿Qué es lo que más ha aprendido en estos 20 años?
R. Que lo más importante es el pueblo palestino. Como lo dijo nuestro difunto presidente [Yasir] Arafat, mientras estemos arraigados en nuestra patria y protegiendo cada centímetro de ella, Palestina será libre. Aún no hemos llegado a ese punto, pero estamos avanzando en esa dirección, aunque estemos pagando un precio tremendo. Pero somos un pueblo resistente y son los palestinos los que nos dan la munición para ser diplomáticos y representarlos de la mejor manera posible. Son nuestra brújula.
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